El 1º de mayo de 1886 fue el día elegido por los trabajadores norteamericanos para exigirles a los patrones que se cumpla efectivamente con la jornada laboral de 8 horas. A pesar de que el presidente de los Estados Unidos ya había promulgado la llamada “Ley Ingersoll” que establecía como máximo las 8 horas de trabajo diarias, gran parte de las fábricas y talleres no cumplieron con lo que dictaba el Estado. Por esta razón, llegado el 1º de mayo los obreros y las organizaciones sindicales y laborales se levantaron en huelga exigiendo el cumplimiento de sus reivindicaciones. Con más de cinco mil huelgas a lo largo de todo el territorio el aparato productivo de los Estados Unidos quedó prácticamente paralizado.
La consigna era clara: A partir de hoy, ningún obrero debe trabajar más de 8 horas por día! ¡8 horas de trabajo! ¡8 horas de reposo! ¡8 horas de recreación!
En muchas ciudades las conquistas se hicieron efectivas el mismo día, pero en Chicago los trabajadores sufrían más crudamente las precarias condiciones de trabajo que en otros Estados. Una de las pocas fabricas que seguía funcionando era McCormick, ello se debía a que el patrón había contratado cientos de rompehuelgas para continuar con la producción ya que por un conflicto desatado meses antes, los obreros se encontraban en huelga.
Para esos días el ambiente estaba muy caldeado; enfrentamientos de trabajadores contra rompehuelgas, manifestaciones, y represiones policiales. Hasta que el día 3 de mayo empiezan los acontecimientos más violentos; en una nueva multitudinaria manifestación frente a la fabrica McCormick, al norte de Chicago, los fuerzas represivas del Estado abren fuego para dispersar a la multitud. El saldo es de 6 muertos y cientos de obreros heridos.
Para los trabajadores fue una declaración de guerra; desde las prensas obreras, anarquistas y socialistas, se hizo un llamado a levantarse contra la clase explotadora:
¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros.
¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo!
Es preferible la muerte que la miseria.
Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo.
Es la necesidad lo que nos hace gritar: “¡A las armas!”.
Estas proclamas invitan a los trabajadores a concentrarse el día siguiente en Plaza Haymarket para repudiar los hechos acontecidos el día anterior. Luego de que los oradores pronunciaran sus discursos y que los manifestantes empezaran a dispersarse, la policía avanza contra ellos para terminar inmediatamente con la concentración. De repente un artefacto que vuela desde la multitud estalla entre los uniformados disparando una sangrienta represión hacia los trabajadores que termina con al menos 35 muertos y miles de heridos.
Un año más tarde, despues de un sucio y polémico proceso, acusados y sentenciados sin pruebas de haber planificado el “ataque” en Plaza Haymarket ; Albert Parsons (estadounidense, 39 años, periodista), August Spies (alemán, 31 años, periodista), Adolph Fischer (alemán, 30 años, periodista) y Georg Engel (alemán, 50 años, tipógrafo) son ahorcados en la cárcel de Chicago. Louis Linng (alemán, 22 años, carpintero) se había suicidado en su celda el día anterior..
Es a partir de estos hechos que se conmemora el 1º de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores. Para recordar a los heroes de Chicago, las conquistas de la clase trabajadora, y los crímenes legales del Estado.
"...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas plateadas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos... abajo la concurrencia sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... plegaria es el rostro de Spies, firmeza el de Fischer, orgullo el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita que la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora... los encapuchan, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos cuelgan y se balancean en una danza espantable..."
José Martí (Corresponsal en Chicago de "La Nación" de Buenos Aires)
No hay comentarios:
Publicar un comentario