Las intenciones con que se crea la Educación en nuestro país eran desde aquel entonces ya elitistas; querían que de esas Escuelas salgan los nuevos gobernantes, los nuevos hombres de la patria; por eso ya se nos inculcaban valores como el de la bandera, la autoridad, la historia oficial (llena de mentiras y contradicciones como la de una “campaña del desierto” que en si misma oculta lo que quisieron ocultar), y también las jerarquías a respetar motivando un ascenso competitivo y sin reparar en el bien de todos sino en el individual. Pero hoy la historia es otra, o no tanto. Elitista sigue siendo, porque no todos podemos acceder a esta Educación, y si logramos incorporarnos a ella no hay mucho contenido que nos pueda hacer mejores personas para intentar cambiar esta sociedad y este mundo. Hoy como ayer, en ese sentido, sigue siendo igual de funcional su rol como institución del Estado. Su finalidad es apuntar a que aceptemos lo establecido como algo legitimo y único, algo que sigue martillando nuestras cabezas… Nos forman como esclavos, sin capacidad crítica ni herramientas para pensar la realidad. Al menos antes, existía la exigencia de aprender, hoy ni eso queda. Sin embargo, en el espacio público educativo conviven distintas realidades: están las de los docentes, la de los alumnos, y la de los gobernantes de turno. Estos últimos, en la Ciudad de Buenos Aires, que es en la que vivimos y estudiamos, se están dedicando lisa y llanamente a hacer negocios con la Educación, o al menos eso entendemos cuando vemos que se le quita cada vez más presupuesto a la Escuela publica, la cual con el que ya tenia le costaba tener estufas, becas, y comedores; y se subsidie cada vez más a la Educación privada. Bueno, se ve que se olvidaron de los miles de chicos que no tienen posibilidad de pagar la High School…
Se niegan a la democratización que significaría que todos podamos aprender en una Escuela publica y gratuita. Sabemos que esto es muy difícil, por eso, con este panorama solo la organización de los docentes podrá suplantar el intencional rol del ausente Estado para intentar contener y aprender-enseñando con los chicos, para terminar con la resignación que nos transmiten. Para esto creemos que se necesitan tener chicos bien alimentados, con casas dignas, y padres y madres con trabajo, pero con las situaciones sociales graves en las que se encuentran hoy en día millones de ellos, se complica entablar una comunicación de enseñanza óptima.
Entonces esa organización tendría que tender al problema de fondo, y no solo al sistema Educativo. Trascender las barreras de la Escuelas y derribar las otras. Defender la horizontalidad para enseñar y para aprender como vemos que en estos días se está haciendo en los Bachilleratos Populares, que año a año se multiplican como una muestra clara de que no todo está perdido y que cada vez hay más gente con la conciencia de que hay mucho para hacer por nuestro futuro.
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